Una pareja de dudosa higiene o una relación impuesta: muchas mujeres que rechazan esta práctica han vivido una experiencia que les ha dejado un gusto amargo y que no estén dispuestas a comenzar de nuevo.
Otras no soportan la simple idea de meterse el sexo de un hombre en la boca. Otras, finalmente, prefieren aplicarse a jugar con su lengua para satisfacer a su pareja, pero sin ir más lejos.
Con mucho respeto, y una buena dosis de psicología, se puede escuchar los deseos y comprender las expectativas de los hombres. En función del momento, de la experiencia, y de la historia personal, o simplemente del entusiasmo, las ganas no siempre serán las mismas.
La más reticente de las mujeres podrá incluso, después de unos preliminares, divertirse con su pareja. El hombre debe ayudar a superar los miedos y vencer los prejuicios.
Después de haber desplegado la paciencia y las armas de seducción, la compañera prefiere abstenerse, no hay que desesperarse. Se pueden ofrecer accesorios o sextoys, que también pueden aportar mucho placer.
Estos juegos eróticos ofrece a los dos la posibilidad de sentir sensaciones todavía desconocidas y la posibilidad de descubrir nuevas prácticas. Esos momentos tórridos, llenos de originalidad y sin tabú, podrían permitir olvidarse de los prejuicios.
En todo caso conviene tener claro que una mujer que rechaza la felación no es alguien anormal o que no está enamorada. Después de todo, hay mil formas de dar placer.