En alguna ocasión, todos hemos pasado por el mal momento que supone ducharse con agua fría. Sin embargo, aunque no lo parezca, ducharse con agua fría puede aportarnos importantes beneficios a nivel interno y externo.
A casi nadie le gusta ducharse con agua fría. Sin embargo, una vez que lo probamos, puede resultar adictivo.
Estos son los motivos que suelen llevar a tener que ducharse con agua fría:
- Se ha estropeado el termo eléctrico y no es posible utilizar agua caliente.
- Se acabó el gas y no hemos repuesto.
- A veces el agua caliente tarda en llegar, y son más las prisas que el tiempo para esperar a que el agua no llegue fría.
- En los calentadores, sobre todo en los antiguos, si no hay presión de agua suficiente, el calentador no se encenderá.
Beneficios de ducharse con agua fría
En caso de existir trastornos depresivos, la ducha nos causa una sensación de bienestar, derivada de la producción de noradrenalina.
Al exponerse al agua fría, el cuerpo comienza a llevar cada vez más sangre a los órganos de nuestro cuerpo y a los tejidos internos. De esa forma nos beneficiamos de una mejor circulación sanguínea.
Una piel más tersa, más saludable y con mayor frescura
El agua caliente remueve la grasa que se encuentra de manera natural en la superficie de nuestra dermis. Por ello, la ducha caliente tiende a resecar nuestra piel, con el deterioro del brillo. De forma contraria, ducharse con agua fría mantiene nuestra piel con su frescura y brillo naturales.
Más energía. Cada vez que nos bañamos con agua fría tenemos la sensación de sentirnos rejuvenecidos, frescos y con más energía. Como si, de repente, nuestra fatiga hubiese desaparecido.
Un mejor sistema inmunológico. Ducharse con agua fría origina que nuestro cuerpo reaccione estimulando su metabolismo y su sistema inmunológico. Esto nos hará más fuertes y menos vulnerables ante los virus.
Fertilidad. Las altas temperaturas afectan a la calidad y a la cantidad del esperma.
Fuentes imágenes: Robert Pattinson / Ruddy Rodríguez