Los seres humanos estamos sometidos a una presión constante. Así no debe sorprendernos que el estrés y, en casos más graves, la ansiedad, formen parte indivisible de nuestro día a día. Pero, paradójicamente, no recibimos presión desde un solo ángulo, sino desde diferentes frentes de nuestro entorno. Ojalá fuera más simple, pero la angustia que vivimos y que, a veces vamos arrastrando desde la infancia no se limita a nuestros profesores, progenitores, familia o amigos, sino que confluyen en un punto distintos grupos sociales que nos presionan de un modo más o menos directo y que nos perjudican, aún sin que los ejecutores se lo propongan. Estos son los tipos de presión social y cómo nos afectan.
Desde el mismo instante en que venimos al mundo (aún queda por demostrar si esto no sucede incluso desde antes), empezamos a ser víctimas. Aún somos demasiado inocentes para percatarnos del plan, pero los grupos sociales nos engatusan bien pronto, con sus creencias erróneas y pensamientos limitantes. Y sí, dentro de esos grupos de presión está, muchas veces, gente muy conocida por ti, desde tu familia y hasta tu propia pareja, vecinos o superiores. No los culpamos, porque sencillamente, también ellos son víctimas de la presión social. Todos lo somos.
¿Quieres saber más y entender cuáles son los tipos de presión social y cómo nos afectan? Vamos a verlo.
Tipo 1. Presión social conformativa
El primer tipo de presión social al que nos exponemos es la presión social conformativa. Se refiere a las expectativas sociales y a las normas que se imponen dentro de la misma sociedad. Los seres humanos sentimos la necesidad de ser aceptados en sociedad. Lo sabemos cuando intentamos encajar entre nuestros compañeros de clase, de trabajo y, entre los colectivos sociales por antonomasia.
Nuestro objetivo es no sentirnos el bicho raro del grupo. Esto se palpa en la necesidad de ir vestido o maquillado de determinada forma, de seguir un estilo o tendencia musical, etc. Un ejemplo es el joven que no disfruta especialmente en una discoteca pero finge pasarlo en grande, con tal de no quedarse atrás en la diversión grupal.
Quizás el joven preferiría defender otras ideologías o dedicar su tiempo a otras diversiones, pero no se atreve a expresarlas por miedo a ser discriminado o mal mirado.
Tipo 2. Presión normativa
Las normas pueden ser sociales o culturales pero influyen mucho en nuestro bienestar si no queremos ser tachados de rebeldes sin causa y enfrentar la crítica y el castigo de todo nuestro entorno. Tal vez vivas en una sociedad donde vestir minifalda o llevar pendientes siendo varón no está permitido y quizás desearías llevarlos pero no te atreves para no ser desaprobado públicamente. Y en paralelo, si te rechazan en la calle, puedes ser también reprendido en casa si tu entorno está influenciado, como es lo lógico, por esas mismas normas sociales y culturales. Al final, no hay escapatoria y la presión normativa es grande.
Tipo 3. Presión de grupo
Como ya vendrás intuyendo, estos tipos de presión se retroalimentan unos a otros, porque todos formamos parte de los distintos grupos y estamos inmersos en varios grupos de presión.
Hay que tener mucha fortaleza interior para asumir que seremos diferentes y decidir no someternos a esas presiones. Por ejemplo, la presión de grupo es poderosa, especialmente en la adolescencia. No hay más que buscar entre los adolescentes que se han introducido al mundo de las drogas o el tabaco, alcohol, etc., porque su grupo de amistades lo hacen. Libremente podrían haber dicho: “no”, pero un temor dentro de ellos les llevó a aceptar el experimento.
Especialmente en estos contextos, la madurez es la que nos llevará a defender nuestra identidad por encima de las presiones sociales y mantenernos firmes en nuestras decisiones sin que sean otros quienes, indirectamente, decidan por nosotros.
Tipo 4. Presión social de pares
Muy similar a la anterior, la presión de pares se refiere a la que ejercen amigos y compañeros. Un reflejo es quien decide perder la virginidad a edades tempranas o participar en orgías para no ser etiquetado de inepto sexual. O quien accede a probar un porro sin ganas, entre otros ejemplos.
Tipo 5. Presión de género
Aunque actualmente se intenta dejar atrás estas presiones sociales, siguen estando diferenciados los roles de varones y féminas, con creencias limitantes y dañinas como, entre otras, que los hombres no lloran; que las mujeres deben encargarse principalmente de las tareas de la casa; o que las mujeres no ven el fútbol tomándose una cerveza. ¿Por qué no?
Tampoco es cierto que haya profesiones que deban ser desempeñadas por hombres o por mujeres. Ambos sexos son igualmente válidos para cualquier tarea. Y lo contrario es una presión de género que nos inculcan camufladamente.
Tipo 6. Presión familiar
¿Qué decir de las familias? Aquí es, sin duda, donde más daño recibimos. Porque nuestra familia debería ser nuestro refugio es donde más sensible nos mostramos. Criados desde recién nacidos escuchando reglas y creencias, nos aterroriza ser rechazados y arrastramos ese miedo inconsciente o consciente a defraudar a nuestros progenitores y mayores.
Es la presión familiar la más dañina de todas, porque si dentro de nuestra familia encontramos comprensión, podremos tener nuestro espacio de evasión y afrontar con mayor entereza el resto de presiones, porque tendremos un ámbito donde sí se nos escucha y se nos tiene en cuenta.
Tipo 7. Presión cultural
Son los pensamientos sociales los que determinan la cultura y la cultura la que se refleja en los convencionalismos sociales. Aquí es donde encontramos lo que es moral o no en un determinado momento y grupo; incluso qué se entiende por el éxito.
La persona puede considerarse que será exitosa o fracasada en función de los logros o acciones que recogen estas normas culturales. Por ejemplo, hay sociedades donde el hombre exitoso es aquel que tiene sexo con un sinfín de mujeres; o la mujer exitosa es la que tiene muchos hijos; que triunfan quienes consiguen un chalet en la playa o los que más depósito acumulan en su banco, etc.
Las tendencias sexuales también pueden verse limitadas. Si se establece orientaciones como la homosexualidad, la demisexualidad u otras están mal vistas, nos causará represión.
Tipo 8. Presión mediática
La presión mediática es la que se expande a través de los medios de comunicación. Es más influyente en los jóvenes, aunque hay adultos que también, en base a su nivel cultural, se dejan influir por los medios. Hay que sumarle el papel de las redes sociales en la actualidad.
Hay que saber que no todo lo que difunden los medios es real y no dejarse llevar por su información, porque muchas veces está manipulada o tergiversada.
Estos son los 8 tipos de presión social y cómo nos influyen. ¿Y tú, te sientes presionado socialmente?