Todas las parejas tienen momentos difíciles. Si lo pensamos bien, es casi imposible que dos personas tan cercanas se la lleven bien todo el tiempo. Por lo general, las crisis de pareja se generan por incompatibilidad de caracteres, intereses o factores externos que inciden en cada uno de los enamorados.
Se podría decir que el problema no es la crisis de pareja, si no la capacidad de saber manejarla.
Al contrario de lo que puede parecer, los tiempos más grises del amor son muy útiles para ajustar la relación a las nuevas realidades y mejores acuerdos.
Las reglas de la crisis de pareja
¿Qué límites hay en un cruce acalorado de palabras? Hay que saber controlar las palabras en medio de una calentura. Casi siempre, los límites están definidos por aquellas cosas que cada uno de los integrantes de la pareja no tolera. Hablamos de ofensas que, de incurrir en ellas, nos costará más que una simple disculpa.
No superar ciertos límites incluso va más allá de evitar una ruptura total del respeto o la comunicación. El mensaje que enviamos al evitar “pasarnos de la raya” es rotundo y claro: “te aprecio y por eso no soy capaz de hacerte un daño irreparable”. Un discurso pensado evita grandes malentendidos.
Cambiando las reglas
Debemos entender que una relación amorosa es una especie de pacto en donde se fijan ciertas reglas de convivencia y comportamiento.
Lo vital es que el orden de la relación se fundamente en acuerdos suscritos por ambas partes de forma abierta y sincera. Si la relación se basa en la imposición, no tardará tiempo en el cual la otra parte se cansará. Ni el noviazgo, ni el matrimonio puede basarse en meter a las personas en camisas de fuerza.
Por último, si las diferencias son irreconciliables, también hay que saber verlo. Lo importante es no ahogarnos y tener la madurez de establecer acuerdos. Las parejas que se aman terminan evolucionando para resolver sus problemas.
Fuentes de imágenes: Cromos.com.co / Paula Cañeque