Especial F1 en Valencia: Comer por el centro

Si hace unos días me metía con la escasez de oferta en lo que a moda masculina se refiere, la oferta de restaurantes por el centro de la ciudad es bastante amplia. Ojo, que sea amplia no quiere decir que sea buena, hay restaurantes que estan bien, obviamente, y hay otros que son una basura. Basura, sí, ¿para qué usar eufemismos?

Me centraré en los que están bien, claro, pero supongo que también les interesará saber el nombre de aquéllos restaurantes a evitar. Aunque por suerte o por desgracia he probado muchos, seguro que se me van a olvidar bastantes, así que no tomen estos párrafos como dogmáticos. Sólo son una simple recomendación. Por cierto, en la imagen; el mercado de Colón.

Por empezar con un restaurante con solera, podríamos hablar de la Marisquería Civera, situada en la calle Mosén Femados, al lado de los cines Lys, en pleno centro de la ciudad. Carta extensa, trato exquisito y cocina de gran calidad. Mi debilidad son las kokotxas con angulas, pero eso ya va a gustos. Se puede optar por el restaurante o bien por picar algo en la barra. Debería destacar sus calamares como los mejores que he comido por aquí, a pesar de que sea en Los Toneles, en la calle Játiva y también en pleno centro, donde se supone que están los mejores de la ciudad. Si te gusta el ambiente de tasca y todo lo que conlleva, sin duda Los Toneles te encantará. En frente justamente de Civera se encuentra la Taberna Alcázar. También con solera y con carta parecida. Entre uno y otro, prefiero Civera, la verdad.

Siguiendo con restaurantes con solera, podemos destacar Casa Mundo, también en pleno centro, en Juan de Austria. Tapas y bocadillos. Simple y efectivo, no hace falta decir más. Y hablando de tapas, merece la pena citar El Albero, en Conde Altea, taberna andaluza clásica en Valencia con más fama que otra cosa y frecuentada por esa clase de tipos que llevan jersey rosa por los hombros y caracolillos en el pelo. No me malinterpreten, la cocina es tan insana como apetecible. Dentro tiene excesivo follón, y fuera mejor reservar mesa.

Por seguir por la zona de Cánovas, y ya que estamos en Valencia podemos hablar de paellas. Por el centro, la opción más clásica es Casa Roberto. Yo lo cito simplemente por histórico, a mí sencillamente no me gusta nada. El arroz puede estar más o menos bueno, pero eso de comer rodeado de fotos de Enrique Ponce no lo veo claro. Respecto al servicio, no sé si endiosado es la palabra correcta. Pero bueno, ya se sabe, cría fama y échate a dormir. Demasiada exaltación de valencianismo, falta una falla en medio del local. También he de decir que hace mucho que no voy, y más que hará, así que igual las cosas han cambiado. O no.

Más cosas, pasemos a Gran Vía. Por un lado Fast Good, hamburguesas con el sello de Ferran Adrià. Mejor que el Burger King es, desde luego. Eso sí, las sillas de plástico son infames. Y por otro lado Diblú, cocina creativa con raciones mucho más generosas de lo normal para este tipo de sitios. El chef, del que no consigo recordar su nombre, es discípulo de Arzak, o al menos eso reza en la carta. Destacan las vieiras, las carrilleras y el foie, por ejemplo. Tabmién me gusta eso de que tengan granizado de mojito y flan de Martini. Sí, lo sé, eso es puro snobismo. Pero mola.

De Gran Vía hacia el centro se puede ver el espectacular edificio del mercado de Colón, que alberga terrazas, restaurantes…y un pequeño Corte Inglés. Las terrazas de arriba las conozco poco, estuve en una y me largué por la tardanza del servicio. Respecto a los restaurantes, dos; El Alto de Colón arriba, y Bamboo abajo.

Respecto a El Alto de Colón, bueno, carta correcta, vistas curiosas y buena cocina. Tan buena como escasa. No me malinterpreten, no me gustan para nada las comidas opulentas, pero lo de este restaurante es irrisorio. Decepcionados debieron quedar al no verse recompensados con una Estrella Michelín que se supone iban a obtener.

Y luego viene Bamboo. Bamboo es un restaurante que lleva ya años funcionando en Valencia y que abrió con decoración pop, sofás y vasos de cristal rojo. Creatividad en la cocina, minimalismo en el lugar y chill out para amenizar la velada. Puede que eso funcionara hace años, ahora desde luego no. Lo que en un principio era minimalismo ahora es incluso fúnebre (pasense por la puerta y entenderán por qué), y lo que era un servicio correcto ahora es una servicio inoperante y con una total falta de experiencia. Me han llegado a traer una botella después de pagar la cuenta, imagínense. La cocina, con toques japo como ellos dicen, y una supuesta creatividad, no es gran cosa. Como diría Woody Allen, la comida es realmente terrible, y además las raciones son tan pequeñas…. No es tan terrible, pero bueno, ya me entienden.

Más cosas, por ejemplo el restaurante RiFF, en Conde Altea, de nuevo por Cánovas, poseedor de una Estrella Michelín, aunque eso a estas alturas vale más bien poco, si acaso para aumentar algo los precios. Cocina de autor de la mano del innovador Bernd Knöller. Recomiendo el menú grande con maridaje de vinos, por unos 120 euros si no me equivoco. Tal vez el menú de mediodía se quede un poco escaso. Buen servicio y muy buena comida. Por suerte o por desgracia, tiene más bien poco que ver con Vertical.

Por el barrio del Carmen también hay buenos restaurantes, pero como el que escribe es reacio a deambular por esa zona les invito a que se aventuren por sus innumerables callecillas solos. Algo encontrarán, seguro. A mí no, seguro también.

Y de momento hasta aquí, en próximas entregas, más restaurantes por otras zonas. ¿Me dejo alguno importante? Seguramente, coméntenlo si quieren.


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