Es curioso cómo ahora que hemos entrado en el otoño, todo el calzado que usamos durante los meses de calor, comienza a estorbarnos bastante, pues son pocas las personas que han sido bendecidas con un gran vestidor con espacio suficiente para una convivencia armoniosa de todo su calzado. La pregunta es… ¿qué hacemos con todo el calzado de verano?
La tentación a veces es lanzar las chanclas, alpargatas y demás calzado veraniego a cualquier rincón hasta que la primavera asome de nuevo la cabeza, pero el año que viene puede que ya estén echados a perder si no tomamos las debidas precauciones con su almacenaje, con la consiguiente pérdida de dinero.
Lo primero es reunir ante nosotros todo el calzado que no necesitemos este otoño/invierno (no olvides mirar debajo de la cama para asegurarte de que no te dejas ninguno) y limpiar a fondo cada par con un paño húmedo, prestando especial atención a las costuras y las suelas. No hace falta que queden como los chorros del oro, pero ten en cuenta que cuánta más suciedad quitemos, menos probailidades habrá de que se cuele un polizón y se coma nuestros zapatos.
Lo siguiente es despejar una estantería del armario (o las que hagan falta) para proporcionar a nuestros zapatos de verano un lugar fresco y seco donde dormir hasta el año que viene. Recuerda repartir bien el peso en caso de que sospeches que las estanterías son endebles, pues lo último que queremos es que acaben cediendo por el peso.
Lo ideal para guardar los zapatos es utilizar la caja de cartón en que venían cuando los compramos, pero es posible que no las hayas guardado todas. En ese caso, hazte con unas cuantas cajas para zapatos de plástico para aquellos pares sin caja. Antes de introducirlos en sus respectivas cajas, cogemos un periódico antigo y hacemos unas cuantas bolas de papel con sus páginas. Rellenamos el interior de cada zapato con las bolas de papel para ayudarles a mantener su forma. Pero atención, porque este procedimiento no es necesario con todos los tipos de calzado. Con las alpargatas no hace falta, pero con el calzado de lona o cuero, sí.
A continuación, envolvemos cada zapato en papel de seda sin ácido y, ahora sí, los emparejamos y los guardamos en sus cajas. Se trata de un proceso que nos puede llevar entre media hora y una hora (dependiendo del número de zapatos que tengamos), pero que es un tiempo muy bien invertido si tenemos en cuenta que ayudará a que el próximo verano nuestro calzado veraniego esté impecable y no necesitaremos gastar dinero en renovarlo porque han estado todo el invierno en un mal sitio donde se han deteriorado.