La barba de leñador tiene su origen en las duras condiciones de vida de estos profesionales hace décadas, incluso algún que otro siglo. Por una parte, en pleno bosque carecían de los medios necesarios para afeitarse con frecuencia y, por otro, buscaban mostrar un aspecto duro y fuerte.
Como resultado, nació este modelo de barba poblada y espesa que incluye gruesas patillas y bastante pelo en la parte inferior. En cuanto al bigote, normalmente era también tupido, aunque algunos preferían afeitárselo. Lógicamente, las circunstancias han cambiado mucho y ahora dejársela es, sencillamente, una decisión estética. En este artículo vamos a mostrarte todo lo que necesitas saber para tener una magnífica barba de leñador.
La evolución de la barba de leñador
Como te decíamos, durante mucho tiempo, este tipo de barba era casi exclusiva de los taladores de árboles, hombres rudos vestidos con gruesas camisas de cuadros y equipados con un hacha. Sin embargo, vivió épocas en que su uso se generalizó en la sociedad.
Fue en el siglo XIX, pero, posteriormente, dejó de estar de moda. No obstante, como suele ocurrir con las tendencias, en los últimos años ha vuelto. Esto se debió, sobre todo, al colectivo hípster, que la adoptó como una de sus señas de identidad. No queremos decirte con esto que todos los que siguen esta corriente de estilo la lleven, ni que todos los que se la dejan sean hípsters.
Pero, gracias a estos, la barba de leñador ha vuelto a estar a la última y todo parece indicar que para quedarse durante mucho tiempo. En cualquier caso, no es apta para todos. En primer lugar, necesitas tener un vello facial poblado para que te quede bien. Y, además, es un tipo de barba que requiere de cuidados especiales para que luzca en perfecto estado. Vamos ya a ocuparnos de todo esto.
¿Cómo dejarse este tipo de barba?
El principio básico para poseer una barba de leñador es tener paciencia. Porque debes dejártela crecer durante semanas e incluso meses sin arreglarla. La razón es muy sencilla. Tiene que ser lo suficientemente larga y poblada. Una vez trascurrido ese tiempo, ya podrás perfilarla y darle forma. En cuanto a esta última, como veremos, puedes optar por distintas variantes.
Pero, antes de decidirte a llevar esta clase de barba, es importante que conozcas sus ventajas e inconvenientes. De lo contrario, tu esfuerzo y paciencia hasta que crezca sería estéril. En algunas ocasiones, quienes se la han dejado terminaron por rasurársela al descubrir los cuidados que exige u otro tipo de dificultades que ocasiona.
Ventajas e inconvenientes de la barba de leñador
En línea con lo que estamos explicándote, esta forma de barba te proporciona un aire rudo que, quizá no encaje con tu personalidad o, sencillamente, no te guste. En tal caso, quizá debieras decidirte por otro tipo más corto a arreglado. También te puede resultar incómoda para ciertas actividades. Por ejemplo, si trabajas con mascarilla o si te gusta viajar en moto porque ocupará espacio dentro del casco.
Asimismo, como ya te hemos mencionado, este tipo de vello facial exige mucha dedicación para que siempre tenga buen aspecto. Más adelante, te explicaremos cómo hay que cuidarla. Pero es importante que tengas en cuenta el esfuerzo añadido que va a suponerte llevarlo. Además, en verano te dará calor y podrías dar imagen de tener más edad. Como contrapartida, protege tu cara de los rayos solares y te quitará el frío en invierno.
Esto nos lleva a hablarte de las ventajas de dejarse este tipo de barba. La principal es que tendrás un aspecto que te gusta. Además, te conferirá una personalidad marcada. Por el contrario, quizá pienses que, al no tener que afeitarte, te resultará más cómodo llevarla. Sin embargo, no es así. Precisamente, ha llegado el momento de hablarte de los cuidados que requiere.
Cuidados que exige la barba de leñador
Como te hemos dicho, se trata de un tipo de vello facial muy abundante y espeso. Por tanto, tendrás que lavarlo bien con frecuencia, al menos tres veces por semana. Asimismo, es necesario que utilices un jabón o champú especial para barbas. Su limpieza es necesaria por higiene, pero también porque las bacterias que se alojen en ella podrían causarte acné o irritaciones en la piel. Tras enjabonarla, tienes que hacer el aclarado con agua fría para cerrar sus poros. En cuanto al secado, es mejor que dejes que se produzca al aire. El secador tampoco es recomendable porque podría quemar algún folículo.
Otro punto esencial es que la cepilles a diario y, a ser posible, con un cepillo de cerdas de jabalí. Debes hacerlo desde arriba hacia la barbilla. Todo esto ayudará a que el pelo crezca hacia abajo, algo fundamental en una barba tan larga y espesa. Pero antes de peinarla tienes que aplicarle aceites especiales. Estos contribuirán a que tenga un aspecto más suave, sano y brillante. También ayudarán a que no se encrespe.
Es importante que lo uses de la mejor calidad para evitar alergias. Y, sobre todo, que lo apliques antes de cepillar tu barba. La razón es que, al hacer esto último, ayudarás a que el aceite se reparta bien por toda ella. Asimismo, aunque la barba de leñador no se perfila tanto, es necesario que le des forma en el cuello y, sobre todo, en las mejillas, donde se ve más.
Para esto último, puedes utilizar unas tijeras, pero te aconsejamos una máquina recortadora, que es más precisa. Pásala con cuidado por la línea del escote del cuello y por la de las mandíbulas y patillas. Procura mantenerla siempre recta para lograr mayor precisión.
Respecto a la longitud de tu barba, es discrecional. Hay personas que prefieren llevarla hasta casi el diafragma, mientras que otras deciden mantenerla más corta. Además, puedes dejarla en su forma natural o recortarla, por ejemplo, dándole un final cuadrado u ovalado. En todo caso, para que tengas una auténtica barba de leñador, esta debe ser tupida y aceptablemente larga.
En conclusión, ahora ya sabes todo lo que necesitas conocer acerca de la barba de leñador. Si te la dejas, poseerás un aire varonil y fuerte. No obstante, recuerda que, para conseguirla, has de tener un vello facial tupido y abundante. Solo nos resta animarte a probarla. A fin de cuentas, si luego no te gusta, solo tendrás que afeitarte.